Tanto eucalipto como pino (en menor medida), son especies que despiertan ciertas inquietudes, muchas veces basadas en el desconocimiento de la especie. Incluso diferentes especialistas del ámbito forestal tienen opiniones muy dispares. Muchas veces, la información que se difunde en las redes sociales e incluso en medios de comunicación, es de dudosa base científica, pero como en todos los ámbitos, contribuye a crear falsas creencias.
No existen especies “buenas” y especies “malas”, lo que hay es una gestión buena o una gestión deficiente de nuestros montes, y ahí es donde se debe focalizar el esfuerzo.
Compartimos con vosotros uno de los últimos artículos técnicos publicados en relación al eucalipto. En concreto, se trata de un informe elaborado por expertos en el ámbito forestal y publicado en el mes de enero en la revista "O monte" sobre los aspectos ambientales y socioeconómicos relevantes del eucalipto en Galicia. Su lectura es muy interesante y esperamos que sirva para disipar alguna duda y arrojar luz respecto a esta especie.
En el enlace, se puede acceder a la versión completa del artículo.
EL EUCALIPTO EN GALICIA: ASPECTOS AMBIENTALES Y SOCIECONÓMICOS RELEVANTES
Rosa María Calvo de Anta. Doctora en Biología. Catedrática de Edafología y Química Agrícola de la Universidad de Santiago de Compostela
Felipe Macías Vázquez. Doctor en Ciencias Químicas. Catedrático de Edafología y Química Agrícola de la Universidad de Santiago de Compostela
Antonio Rigueiro Rodríguez. Doctor Ingeniero de Montes. Catedrático de Botánica Forestal de la Universidad de Santiago de Compostela
Francisco Javier Silva Pando. Doctor en Ciencias Biológicas. Jefe del Departamento de Ecosistemas Forestales del Centro de Investigación Forestal de Lourizán
Este informe ha sido elaborado por sus autores en base a su experiencia investigadora y trabajos científicos realizados y publicados sobre la ecología y la botánica de las especies del género Eucalyptus en montes y espacios forestales de Galicia. Se han utilizado datos estadísticos publicados por el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación y por la Consellería do Medio Rural de la Xunta de Galicia, así como datos publicados por expertos reconocidos en silvicultura, economía y gestión forestal.
1- IMPORTANCIA SOCIAL Y ECONÓMICA DEL EUCALIPTO
El eucalipto es en la actualidad una de las especies forestales madereras más relevantes en la península ibérica y la que mayor proyección tiene, dando soporte a un sector industrial diversificado y estratégico de primera necesidad. El eucalipto ocupa 1,3 millones de hectáreas distribuidas a partes iguales entre España y Portugal, es decir, cerca del 4 % de la superficie forestal de la península.
La proyección del eucalipto se debe a su capacidad para dar satisfacción a la demanda creciente de la sociedad de productos derivados de su madera, tales como tableros, madera laminada y contralaminada y, sobre todo, productos celulósicos, así como los que vendrán de la lignina y las nanocelulosas a partir de la bioeconomía, en sustitución de productos basados en hidrocarburos.
España y Europa son deficitarias en madera. Las plantaciones de eucalipto representan sólo el 3 % de la superficie forestal española, 800.000 ha aproximadamente, un espacio que, sin embargo, produce algo más del 30 % de la madera que se aprovecha en España, sosteniendo el tejido industrial que la transforma. En Galicia, con una ocupación cercana al 20 % de la superficie forestal, el eucalipto aporta más del 60 % de la madera que se corta y transforma anualmente, lo que lo convierte en una importante fuente de ingresos de la población rural gallega. En el año 2018, más de 35.000 propietarios forestales gallegos, particulares y comunidades de montes vecinales, facturaron 205.000.000 euros por ventas de eucalipto, cantidad que se corresponde a unas cortas anuales de madera de 5,9 millones de m3.
Respecto al empleo directo y asociado, sólo en Galicia existen más de 1.800 empresas que trabajan con eucalipto. La generación de puestos de trabajo directos supera los 5.500 siendo uno de los principales motores económicos de Galicia.
La demanda industrial y la rentabilidad de estas especies hacen que sean actualmente las alternativas principales de cultivo (a veces las únicas) de muchos propietarios forestales en Galicia y la Cornisa cantábrica, siendo, sin duda, las especies que más se plantan en las zonas donde está permitido. Son miles los particulares y comunidades de montes vecinales que cultivan eucalipto desde hace muchos años sin ningún tipo de ayuda o subvención de la Administración, que, por su parte, tampoco planta eucalipto. Esto supone entre otros efectos una importantísima contribución a la actividad de los viveros forestales, para los que el eucalipto supone una parte esencial de su negocio. Así, dentro del sector forestal, es una opción importante para poner en producción el terreno forestal, que genera riqueza y empleo, contribuyendo de forma importante a la lucha contra el abandono del medio rural. Además, el cultivo de esta especie lleva asociada la aplicación de prácticas selvícolas sostenibles con cortas rotaciones de cultivo, lo que representa otro factor de dinamización y fortalecimiento de la economía a escala rural.
Cabe resaltar que en Galicia se plantan fundamentalmente dos tipos de eucalipto, Eucalyptus globulus, que supone la base del sector de la celulosa, y Eucalyptus nitens, que es una especie que se ha introducido más recientemente con gran éxito por su elevado crecimiento en zonas frías, por lo que se adapta mejor a zonas de mayor altitud, pero que sin embargo no rebrota de cepa y presenta una deficiente capacidad de regeneración natural. No así el E. glóbulus que rebrota de cepa y se puede cortar hasta tres veces sin merma significativa de su crecimiento, sin necesidad de plantarlo después de cada corta.
Su interés productivo para el propietario forestal determina su elección preferente para desarrollar un cultivo forestal rentable en algunas de las estaciones del territorio gallego. Ello es la causa de su amplia utilización y de la superficie que actualmente ocupa, que de ningún modo se puede confundir con un supuesto carácter invasivo de ninguna de las especies cultivadas de eucalipto (entendiendo por invasora aquella especie que no admite una gestión y control de su emplazamiento o aquella que, tras su presencia en años, no permite el desarrollo de otro uso alternativo del territorio, si las circunstancias así lo consideran) sino por un interés socioeconómico activo por parte de los propietarios forestales.
Ocurre lo mismo en la agricultura con otros cultivos exóticos de amplia difusión en diferentes momentos, como el tomate, el maíz, el arroz o la patata, que llegaron de otros continentes hace muy pocos siglos y, por su valor y amplio uso, han sido asimilados completamente en la cultura ibérica, convirtiéndose en especies totalmente integradas en los agrosistemas de Europa siendo a día de hoy fundamentales en la dieta del mundo occidental, sin que en modo
alguno su utilización y uso en agricultura las haya convertido en especies invasoras. Que se plante mucho una especie, que resista más o menos determinadas condiciones climáticas o que esté bien adaptada para recuperarse tras un incendio forestal, son circunstancias que no pueden utilizarse para justificar una agresividad en su dispersión que la convierta en una especie invasora.
2- MARCO NORMATIVO: REGULACIÓN DE PLANTACIONES Y ORDENACIÓN DEL EUCALIPTO1 EN EL TERRITORIO
Es importante destacar que el eucalipto es una especie forestal cuyo cultivo está regulado en Galicia desde hace mucho tiempo. Sin pretender ser exhaustivos las principales normativas que afectan a su cultivo se exponen a continuación:
1 El análisis prescinde de la normativa relativa a las autorizaciones de cortas, que en función de las afecciones, puede requerir más de diez autorizaciones de diferentes organismos de las diferentes Administraciones nacional, autonómica y local.
El Decreto 52/2014, del 16 de abril, establece modelos selvícolas orientativos y, aunque la adhesión a los mismos es voluntaria para las plantaciones inferiores a 15 ha de superficie, se recogen los requerimientos mínimos que deben cumplir los propietarios forestales para acceder a cualquiera de los sistemas de certificación forestal.
Por último, las nuevas plantaciones de eucalipto de superficie mayor de 5 ha precisan de autorización de la Administración Forestal (Ley 7/2012 de Montes de Galicia) y si son nuevas plantaciones de una superficie mayor de 50 ha precisan de Evaluación de Impacto Ambiental (Ley 21/2013 de Evaluación de Impacto Ambiental de proyectos y Decreto 442/1990, de 13 de septiembre, de Evaluación de Impacto Ambiental de Galicia).
Por tanto, el eucalipto en Galicia tiene una regulación amplia y de las más restrictivas en cuanto a especies forestales en Europa, mediante la cual, en la actualidad, no puede ocupar tierras de cultivo ni introducirse en los bosques autóctonos ni dentro de los terrenos incluidos en la Red Natura 2000.
3- INTRODUCCIÓN DEL EUCALIPTO Y SU PRESUNTA DISPERSIÓN NATURAL
Se estima que el eucalipto hizo su aparición en España en el norte de la provincia de A Coruña hacia 1850, plantándose posteriormente en Santander en 1863 y, en la década de 1870, ya era frecuente en varias provincias del litoral español. Desde entonces y hasta el primer cuarto del siglo XX y, sobre todo, hasta los años 1960 no ha habido una superficie apreciable de eucaliptales en España. En los documentos de la época, libros y otros textos, no se menciona ni es tratado por autores, salvo aquellos que hablan del eucalipto como una especie muy interesante para el sector forestal o bien previenen de su introducción.
En el caso del eucalipto glóbulus, la escasa superficie ocupada por esta especie durante los primeros 80 años después de su introducción se debe, entre otras razones, a la corta distancia de dispersión natural de su semilla, pues más de un 95 % de ellas no sobrepasan los 15-20 metros del árbol o de la plantación. Su porcentaje de supervivencia es bajo y la semilla debe caer sobre lugares despejados y de suelo desnudo o muy alterado para que tengan éxito y se desarrollen. Las escasas superficies que se conocían lo eran por plantación artificial.
Respecto al eucalipto nitens, el segundo en importancia de Galicia, no se tiene constancia de su regeneración natural fuera de las plantaciones realizadas por los selvicultores, debido fundamentalmente a que al ascender en altura, la capacidad de regeneración de la especie se reduce, por lo que asignarle el carácter de invasora, de acuerdo a las definiciones de la legislación española sobre el tema, parece una temeridad. Lo mismo ocurre con las demás especies, pues a pesar de haber naturalizaciones locales, como otros cientos de plantas en España, su capacidad de dispersarse es muy reducida y no hay ejemplos de superficies apreciables de regeneración natural, salvo las conocidas derivadas de incendios.
4- EL EUCALIPTO NO AFECTA A LA TALA DE BOSQUES NATURALES
En el conjunto mundial, las plantaciones forestales - bosques cultivados o cultivos forestales como también se denominan – son grandes depósitos de madera cuyo aprovechamiento reduce la presión sobre bosques naturales para satisfacer la demanda de madera.
Este tipo de montes existe y se cultiva con fines de producción de madera en países y regiones con gran tradición forestal y respeto por la conservación y por el medio ambiente. Entre otros, podemos citar las latitudes de climas templados de Chile, Nueva Zelanda, Australia, sur de Estados Unidos, sur de Brasil, Sudáfrica o más cercanos, como la cornisa cantábrica, Aquitania o Portugal que presentan plantaciones forestales de pinos y/o eucaliptos gracias a sus especiales condiciones edafoclimáticas.
En el caso de los eucaliptales gallegos es preciso resaltar que:
5- EL EUCALIPTO Y LOS INCENDIOS FORESTALES
Una de las críticas frecuentes que se hacen a estas mirtáceas, afirmando que las plantaciones de eucalipto conllevan un mayor riesgo de incendios, carece de fundamento según datos objetivos: los informes anuales emitidos por el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación, actualmente responsable estatal de la actividad forestal, permiten concluir que en Galicia, durante el periodo 2000 a 2013, la incidencia media de incendios forestales sobre eucaliptales ha sido del orden del 7,8 %. Se puede concluir que la presencia de eucalipto no puede asociarse a una mayor incidencia de incendios. Es más, dos de los distritos forestales que menos incendios y superficie quemada registran en Galicia son los Distritos I (Ferrol) y VI (Mariña Luguesa), donde se acumulan cerca del 50 % de las existencias de madera de eucalipto de Galicia, aunque es cierto que la climatología de la zona reduce los riesgos en todas las formaciones forestales de esos distritos. Los incendios más catastróficos y repetidos se producen en las zonas más mediterráneas de Galicia, como áreas montañosas del interior de Pontevedra, Ourense y áreas del sur de Lugo que limitan con esta provincia, sobre todo en amplias zonas de matorral en las que nunca hubo plantaciones de eucaliptos.
Los eucaliptos son especies colonizadoras, como el autóctono abedul por ejemplo, y se regeneran bien de semilla tras el incendio y, además, el eucalipto glóbulus tiene la capacidad de rebrotar de cepa, lo que le permite recuperarse mejor que otras formaciones forestales y reducir la intensidad de la erosión inmediatamente posterior al incendio, porque sus raíces, todavía vivas, protegen el suelo. Por otro lado, la adaptación del eucalipto a terrenos arenosos que sufren sequía de verano, particularmente al SO de Galicia, hace que los incendios en estas zonas puedan coincidir con la presencia de esta especie, como lo hacen en otras zonas con pinares, sin relación causa-efecto entre la especie y el incendio.
6- EL EUCALIPTO Y EL SUELO
Como otros sistemas de arbolado, los eucaliptales protegen el suelo frente a la erosión, a través de la interceptación de la precipitación por la cobertura y mitigación del choque de las gotas de lluvia sobre suelos desprotegidos. Por su parte, el desarrollo radical actúa como procedimiento de sujeción del suelo en terrenos de ladera.
El eucalipto es una especie frugal, capaz de captar nutrientes del suelo (que en regiones húmedas tienen una elevada tendencia a perderse con las aguas de drenaje y escorrentía) y devolverlos al suelo a través de los ciclos biogeoquímicos. Los datos obtenidos en eucaliptos de 20 años, en estaciones prototipo de Galicia (con suelos empobrecidos en terrenos graníticos) dan como resultado que sólo alrededor del 25 % de los nutrientes (p.e. Ca y Mg) absorbidos por la raíz se localizan en el tronco maderable, mientras que un 75 % es devuelto al suelo a través de las hojas (23 %), cortezas (45 %) y ramas (7 %); por otro lado, un 20 % adicional es introducido en el sistema a través del pluviolavado de las cubiertas que incluye exudados así como captación de aerosoles externos (Calvo de Anta, 1992).
Los datos mencionados no son muy diferentes a los obtenidos en plantaciones de coníferas en esta misma región, lo que evidencia la capacidad de estas especies de vegetar bien incluso en suelos delgados sobre rocas ácidas, como el granito, los esquistos o las pizarras que constituyen más del 90 % de la litología de Galicia, mientras que cultivos más exigentes (cereales o huerta) no se desarrollan convenientemente en estas regiones sin una fertilización adicional. Los datos anteriores evidencian la conveniencia de devolver al suelo los restos de las cortas (hojas, cortezas y ramas) a los que se somete el eucaliptal cada 10-15 años.
El efecto beneficioso de los eucaliptos sobre el suelo es especialmente notable en plantaciones sobre suelos marginales o degradados, donde es capaz de revertir los procesos de degradación. Según autores como Montoya Oliver “mejora los suelos, en especial los marginales, para los que hoy en día es una alternativa forestal bastante favorable, tanto ecológica como económicamente. Debería, pues, de promocionarse su cultivo precisamente por razones de conservación y mejora de los suelos.” (Davison, 1985; Crane & Raison, 1980; J.M. Montoya Oliver, 1995).
De hecho, algunos estudios muestran que el eucalipto acelera los procesos de alteración de los minerales primarios alterables por medio de sus excretas radiculares y los ácidos orgánicos que produce la descomposición de sus hojas, lo que hace adecuada esta especie para acelerar las fases iniciales de edafogénesis, especialmente cuando la erosión ha dejado un suelo delgado (léptico) sobre roca dura y consolidada (Macías Vázquez, 1990).
Incluso hay trabajos científicos que identifican la presencia en las raíces del eucalipto de endomicorrizas que les permiten absorber nutrientes, como el fósforo, en un estado en el que no son asimilables por otras especies. Su éxito productivo radica en la eficiencia fotosintética, en el reciclaje interno de nutrientes, en especial del fósforo, en la posibilidad de utilizar parcialmente Na en lugar de K y en la asociación de sus raíces con micorrizas. A efectos edáficos, el eucalipto acelera los procesos de formación de suelo en su entorno radicular y remonta a la superficie nutrientes de las rocas en vías de alteración que no son asimilables por otras especies vegetales. Buena parte de estos nutrientes, posteriormente, se devuelven al suelo a través de sus restos vegetales (hojas y cortezas) en una forma ya asimilable y disponible para el desarrollo de otras especies, enriqueciendo y potenciando así los horizontes superficiales del suelo.
En lo relativo a la acidez de los suelos, Domingo et al. (2009), después de más de 10 años de estudio sobre la caracterización de los suelos forestales en la provincia de Huelva, en relación a la acidez de los suelos bajo distintas coberturas vegetales llegan a la conclusión, a partir de más de 90 puntos de muestreo del suelo sobre 4 formaciones geológicas diferentes, de que los niveles de pH edáfico son similares para las distintas especies estudiadas (encina, pino, alcornoque, eucalipto, matorral,…). Los datos disponibles en más de 2.000 puntos de muestreo en toda la geografía de Galicia confirman estas observaciones. Si bien, en términos generales, todas las coberturas vegetales tienen una influencia acídica sobre las aguas de lluvia (como consecuencia de exudados de ácidos orgánicos desde las hojas o debido a una captación preferente de cationes que de aniones del agua de lluvia), no se detectan impactos en las aguas superficiales o subterráneas debido al poder tampón (neutralizador) ejercido por los suelos, tanto en suelos básicos, neutros o ácidos. Es de resaltar que en este último caso (el caso de los suelos de Galicia), el propio sistema receptor está en el rango (o es más ácido) que los pluviolavados vegetales de entrada. Las comparaciones entre suelos con pinares, eucaliptales, robledales u otras coberturas vegetales, en Galicia, no arrojan resultados diferentes. Y, en todo caso, cabe señalar que los pluviolavados de coníferas son los más acídicos y que la producción de ácidos (ácido carbónico) desde la "litter" en descomposición es más activa en robledales y otras caducifolias, debido a que presentan restos foliares altamente palatables para los organismos del suelo y, por lo tanto, con una elevada producción de CO2, sobre todo en primavera y otoño.
Otros estudios descartan la existencia de una degradación de los suelos bajo eucaliptales desde el punto de vista físico, conforme a los resultados de Bará (1986) y Bará et al. (1985), que no encuentran diferencias significativas entre los suelos bajo eucalipto, pino y roble relativas a la composición granulométrica y densidad aparente de los suelos, si bien es cierto que este trabajo se realizó en formaciones muy viejas, con edad próxima a un siglo.
Los cultivos forestales son, por tanto, una oportunidad para mejorar los recursos económicos de las poblaciones rurales, ofreciendo usos alternativos sostenibles en terrenos de escasa calidad.
7- EUCALIPTO Y BIODIVERSIDAD
Por lo general, cualquier plantación presenta menos biodiversidad que una formación natural madura y el carácter alóctono de una planta, caso de los eucaliptos, conlleva que tarden en desarrollarse interacciones específicas con los ecosistemas propios de la zona, por lo que no es extraño que la biodiversidad animal y vegetal en los eucaliptales sea menor que la de los bosques naturales gallegos. Pero esa afirmación requiere matices: en masas de eucalipto jóvenes, mayoritariamente instaladas en terrenos arados, desbrozados o quemados gestionadas intensivamente en turnos cortos y en las que se realizan desbroces periódicos, diversos estudios citan una biodiversidad menor que en bosques naturales maduros; en cambio Bará et al. (1985) comparando masas viejas de pino del país, robledal y eucaliptal no encontraron diferencias en la biodiversidad vegetal de plantas vasculares, lo cual parece indicar que el efecto puede deberse más al sistema de gestión y a los tratamientos que a las especies. En cualquier caso es un efecto que puede mitigarse con la ordenación del espacio forestal y con el manejo y del que no puede derivar el encasillamiento de los eucaliptos como especies invasoras que excluye la flora y vegetación natural del territorio. En relación a esto, véase la notable regeneración de robles o del matorral de tojos y brezo bajo eucaliptales y pinares.
En las plantaciones de eucalipto en general existe una disminución de la proporción de suelo cubierto por la vegetación espontánea en el sotobosque a medida que los árboles crecen, lo que ocurre habitualmente en plantaciones de otras especies, ya que al crecer se va reduciendo la llegada de luz a los estratos inferiores. Este efecto es más acusado en los eucaliptales gestionados de forma intensiva. En montes de eucalipto más abiertos o vegetando de forma asilvestrada, la diversidad florística del sotobosque es mayor, entrando incluso especies arbóreas autóctonas como el roble, el castaño o el abedul.
En general, la biodiversidad animal en los eucaliptales es significativamente menor que la propia de las formaciones naturales. Realmente hay pocos animales presentes en Galicia, como el corzo o las vacas, que puedan obtener alimento de las hojas del eucalipto, aunque por otra parte existen especies de mamíferos grandes y pequeños, aves, reptiles e insectos que se refugian en estas plantaciones y en su sotobosque.
8- EL EUCALIPTO ES MUY EFICIENTE EN EL USO DEL AGUA
Desde el punto de vista del uso del agua el eucalipto es una especie muy plástica y se adapta a la situación: si dispone de agua absorbe más y crece más y si no dispone de ella no puede utilizarla y crece menos, ya que la formación de biomasa de cualquier vegetal está en relación con el consumo de agua.
El eucalipto presenta características que no tienen otras especies forestales: intercepta menos lluvia, sus hojas colgantes, copas poco espesas en comparación con especies de cubierta permanente y alta densidad y superficie específica del follaje permiten que llegue más agua al suelo por su tronco, y es capaz de captar el agua de la niebla a través de sus hojas. Su capacidad de adaptación lo convierte en un árbol muy apto para su toma en consideración en las estrategias de adaptación y mitigación del cambio climático en regiones atlánticas como la gallega, asturiana y cantábrica en general, donde los modelos de evolución del clima de los científicos predicen para el inmediato futuro mayores periodos de sequía estival y menores precipitaciones medias.
La eficiencia en el uso del agua (EUA), que mide la relación entre el CO2 fijado y el agua transpirada por la planta, es muy superior en las plantas leñosas que en los vegetales herbáceos (Pardos, 2001). El género Eucalyptus posee valores de EUA muy semejantes a los observados en especies de otros géneros de plantas arbóreas como Pinus, Larix (Landsberg, 1999) y Quercus (Cermák et al., 1991; Jorgensen y Schelde, 2001). Sin embargo, el eucalipto es más eficiente en el uso del agua que especies del género Betula, Salix y Alnus (Lindoth y Ciencialia, 1998; Jorgensen y Schelde, 2001). De ahí que el género Eucalyptus sea muy indicado para la producción de biomasa con la mayor eficiencia si el recurso hídrico es limitado.
Estudios recientes para la especie Eucalyptus globulus citan una transpiración promedio para un árbol en Galicia de 1,78 litros de agua y día (Jiménez et al., 2007). Otro estudio desarrollado sobre una masas de la misma especie en Portugal señala un intervalo de valores entre 0,5 y 3,64 l/m2 (David et al., 1997).
Atendiendo a su papel como generador de productos que demanda la sociedad, es justo recordar que el eucalipto consume mucha menos agua (300 l/kg) que los cultivos agrícolas: patata (2.000 l/kg), maíz (1.000 l/kg), caña de azúcar (500 l/kg).
Además, el agua que utiliza no es de acuíferos profundos. En un exhaustivo estudio científico llevado a cabo en Galicia (Calvo de Anta, 1992), se describen las relaciones agua-eucalipto del suelo diferenciando el comportamiento en cada una de las estaciones del año. Además de comprobar que en situaciones críticas de falta de agua la evapotranspiración real de diferentes sistemas forestales (eucaliptal, pinar y robledal) es muy similar, descarta que el consumo de agua de las plantaciones de E. glóbulus provenga de acuíferos profundos. En esta línea, los trabajos de caracterización del sistema radicular del E. glóbulus (Fabião, 1986; Fabião et al., 1995; Donoso, 1999) han demostrado que esta especie desarrolla una gran densidad de raíces en la zona superficial del suelo, decreciendo éstas de forma muy acusada por debajo de los 70- 90 cm de profundidad. De forma general, el 80 % de la biomasa del sistema radicular se sitúa en los primeros 60 cm de profundidad del suelo.
9- EL EUCALIPTO Y LA FIJACIÓN DE CARBONO (MITIGACIÓN DEL CALENTAMIENTO GLOBAL)
Últimamente, desde la Convención de Kioto, se propone a los países firmantes de los protocolos derivados, la expansión de usos del suelo (o del manejo de los usos) capaces de incrementar la fijación de CO2 atmosférico. En este sentido, se contempla el aumento de superficie forestal como sumidero de CO2 (en biomasa y en suelo) capaz de proporcionar derechos adicionales de emisión. En esta coyuntura, los sistemas forestales de Galicia son un referente claro en la península Ibérica. Siendo una comunidad autónoma que, en superficie forestal ocupa el sexto lugar tras Castilla-León, Andalucía, Castilla-La Mancha y otras, Galicia presenta una excepcional potencialidad como sumidero de carbono en biomasa al ocupar el segundo lugar en las reservas de carbono en biomasa forestal (aérea+subterránea), muy próximas a las de Castilla-León y muy superiores al resto de las comunidades (MAGRAMA, 2012).
Los suelos forestales de Galicia también son una excepción en este sentido. En términos globales los suelos del mundo contienen un stock de carbono mayor que la biomasa (casi tres veces mayor) (Batjes, 1996), lo que se observa también en la península ibérica. Galicia presenta unas reservas en suelo 4 veces mayores que en biomasa forestal y supera -tanto en densidad como en stock global- a las de las otras comunidades autónomas (promedio de 182 tC/ha y 291 tC/ha, en los 30 y 50 cm superficiales de los suelos forestales respectivamente, y un stock medio de 250 y 400 millones de toneladas de carbono, respectivamente), es decir alrededor de un 16 % del stock en los suelos forestales de todo el territorio de España peninsular (Calvo de Anta, 2018).
Como factores explicativos de la elevada potencialidad como sumideros de carbono de los sistemas forestales de esta región cabe señalar, entre otros, la elevada productividad forestal, ligada al clima fundamentalmente, y por lo tanto, elevado input de restos orgánicos al suelo, así como la capacidad de estos suelos -ácidos y ricos en Al activo- para estabilizar el humus del suelo y evitar (ralentizar en cientos/miles de años) su mineralización por efecto de la actividad microbiana. Mientras que el carbono orgánico en los suelos de regiones templadas presenta un tiempo de stock medio estimado en 200-500 años, el carbono de horizontes profundos de muchos suelos ácidos de Galicia tiene un tiempo medio de residencia superior a 2.000 años.
Los cultivos forestales son, por tanto, además de una oportunidad económica (tanto en terrenos de elevada calidad para usos agrícolas como en terrenos pobres y con relieves acusados), un recurso sostenible, protector de suelos (y aguas) y ofrecen una capacidad de fijación de carbono en biomasa y suelos reconocida, lo que ha impulsado a diferentes organismos internacionales a fomentar el aumento de superficie forestal en todos los países. En este sentido cabe señalar que Europa, en general, y España, en particular, han aumentado su superficie forestal en los últimos años, al contrario que otras regiones del mundo (en particular las masas forestales de ambientes tropicales, que continúan descendiendo desde hace varias décadas).
10- CONCLUSIONES
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